Para un número en constante aumento de empleados de las operaciones de la Empresa en Nuevo México, el informe de un evento potencialmente mortal (PFE, por sus siglas en inglés) no es un documento más que pasa por sus escritorios, sino más bien una oportunidad para aprender y establecer una "conexión personal" con la seguridad.
"Si al menos una persona trata un EFP como un simple trozo de papel, es una persona de más", señaló Don Jensen, Gerente del Concentrador - Chino. "Pregunte a cualquiera que haya perdido a alguien en una mina y le dirá que un trozo de papel es una terrible protección. El reto es conseguir esa conexión personal para todos".
Por su parte, Jensen predica con el ejemplo. En septiembre, un fallo en la sujeción permitió que un brazo de torsión golpeara a un empleado en el molino de Chino. Durante la investigación, emergió a la luz el peligro hasta entonces desconocido y sus ahora reveladoras señales de advertencia. Armado con el conocimiento y la comprensión de que, de no haber sido por centímetros y segundos, el resultado podría haber sido mucho peor, Jensen se puso personalmente en contacto con sus contrapartes en toda la empresa.
"Conozco los emplazamientos, los molinos y a las personas que trabajan en ellos", señaló Jensen. "También estoy consciente de lo que me pasaría a mí si no hiciera todo lo posible por mantenerlos fuera de peligro".
Como resultado de esos esfuerzos, otros emplazamientos descubrieron pruebas de fallos similares y, en consecuencia, se protegieron contra ellos. También se contactó con el fabricante, y sus nuevas advertencias tienen la capacidad de crear condiciones de trabajo más seguras incluso fuera de Freeport-McMoRan.
No muy lejos de Chino, Tyrone también está tomando la iniciativa - y utilizando un poco de imaginación - para alejar a los empleados del peligro.
Cuando Rachel Adams, Directora de Salud y Seguridad-Tyrone, empezó en su nuevo cargo este verano, volvió la vista atrás y revisó los eventos de seguridad pasados, tratando de entender qué cambios se habían hecho.
"Nuestro trabajo no sólo consiste en intentar prevenir los accidentes, sino también en cerciorarnos de que aprendemos de ellos", dijo Adams.
Una oportunidad de aprendizaje fue el hundimiento de un hidrodeslizador mientras remolcaba un cable. Aunque no se trataba de un PFE, Adams observó el continuo potencial de accidentes cuando el mantenimiento rutinario implicaba agua y propuso una solución diferente: retirar a los empleados de la ecuación.
Después de que Adams les propusiera el uso de un motor de arrastre por control remoto, los operadores de Hydromet Leach, Rocky Hickson y Ramón Rivera, lo pusieron a prueba, y los resultados superaron las expectativas. El motor no sólo maniobró con éxito la barcaza, sino que, con un alcance de 50 yardas (46 metros), permitió a los operarios permanecer en un lugar seguro independientemente de las condiciones de la mayoría de las fosas. Ahora, Tyrone está estudiando otras tareas en las que este sencillo cambio puede ayudar a salvaguardar a los empleados.
Adams atribuye el resultado a Tyrone, así como a los esfuerzos en curso del equipo de Análisis de las Causas Principales de la empresa para compartir y utilizar mejor las conclusiones de las investigaciones internas.
"Lo que es reactivo en un sitio puede ser proactivo en otro", dijo Adams. "Tomar esas conversaciones y convertirlas en acción es fundamental".